Desasimiento de todo lo criado; para “darnos todas al Todo sin hacernos partes” (nº 1)

La Santa habla y escribe desde su experiencia y ha descubierto que con la ayuda del Señor y eso poquito que nosotros podemos hacer se puede llegar al desasimiento.

Vamos a ganar libertad en el trato con los nuestros y, lo que es más importante, para el trato de Amistad con el Señor, y así se pueda abrazar el alma con el buen Jesús.

CAPITULO 8

Trata del gran bien que es desasirse de todo lo criado interior y exteriormente.

1. Ahora vengamos al desasimiento que hemos de tener, porque en esto está el todo, si va con perfección. Aquí digo está el todo, porque abrazándonos con solo el Criador y no se nos dando nada por todo lo criado, Su Majestad infunde de manera las virtudes, que trabajando nosotros poco a poco lo que es en nosotros, no tendremos mucho más que pelear, que el Señor toma la mano contra los demonios y contra todo el mundo en nuestra defensa.
¿Pensáis, hermanas, que es poco bien procurar este bien de darnos todas al Todo sin hacernos partes? Y pues en él están todos los bienes, como digo, alabémosle mucho, hermanas, que nos juntó aquí adonde no se trata de otra cosa sino de esto. Y así no sé para qué lo digo, pues todas las que aquí estáis me podéis enseñar a mí; que confieso en este caso tan importante no tener la perfección como la deseo y entiendo conviene, y en todas las virtudes; y lo que aquí digo, lo mismo, que es más fácil de escribir que de obrar; y aun a esto no atinara, porque algunas veces consiste en experiencia el saberlo decir, y debo atinar por el contrario de estas virtudes que he tenido.

2. Cuanto a lo exterior, ya se ve cuán apartadas estamos aquí de todo. Oh hermanas, entended, por amor de Dios, la gran merced que el Señor ha hecho a las que trajo aquí, y cada una lo piense bien en sí, pues en solas doce quiso Su Majestad fueseis una. Y qué de ellas mejores que yo, sé que tomaran este lugar de buena gana, y diómele el Señor a mí, mereciéndole tan mal. Bendito seáis Vos, mi Dios, y alábeos todo lo criado, que esta merced tampoco se puede servir, como otras muchas que me habéis hecho, que darme estado de monja fue grandísima. Y como lo he sido tan ruin, no os fiasteis, Señor, de mí, porque adonde había muchas juntas buenas no se echara de ver así mi ruindad hasta que se me acabara la vida, y trajísteisme adonde, por ser tan pocas que parece imposible dejarse de entender, porque ande con más cuidado, quitáisme todas las ocasiones. Ya no hay disculpa para mí, Señor, yo lo confieso, y así he más menester vuestra misericordia, para que perdonéis la que tuviere.

3. Lo que os pido mucho es que la que viere en sí no es para llevar lo que aquí se acostumbra, lo diga. Otros monasterios hay adonde se sirve tan bien el Señor. No turben estas poquitas que aquí Su Majestad ha juntado. En otras partes hay libertad para consolarse con deudos; aquí, si algunos se admiten, es para consuelo de los mismos. Mas la monja que deseare ver deudos para su consuelo, si no son espirituales, téngase por imperfecta; crea no está desasida, no está sana, no tendrá libertad de espíritu, no tendrá entera paz, menester ha médico, y digo que, si no se le quita y sana, que no es para esta casa.

4. El remedio que veo mejor es no los ver hasta que se vea libre y lo alcance del Señor con mucha oración. Cuando se vea de manera que lo tome por cruz, véalos enhorabuena, que entonces les hará provecho a ellos y no daño a sí.

CAPITULO 9

Que trata del gran bien que hay en huir los deudos los que han dejado el mundo, y cuán más verdaderos amigos hallan.

1. ¡Oh, si entendiésemos las religiosas el daño que nos viene de tratar mucho con deudos, cómo huiríamos de ellos! Yo no entiendo qué consolación es ésta que dan, aun dejado lo que toca a Dios, sino para solo nuestro sosiego y descanso, que de sus recreaciones no podemos ni es lícito gozar, y sentir sus trabajos sí; ninguno dejan de llorar, y algunas veces más que los mismos. A usadas, que si algún regalo hacen al cuerpo, que lo paga bien el espíritu. De eso estáis aquí quitadas, que como todo es en común y ninguna puede tener regalo particular, así la limosna que las hacen es en general, y queda libre de contentarlos por esto, que ya sabe que el Señor las ha de proveer por junto.

2. Espantada estoy el daño que hace tratarlos; no creo lo creerá sino quien lo tuviere por experiencia. ¡Y qué olvidada parece está el día de hoy en las religiones esta perfección! No sé yo qué es lo que dejamos del mundo las que decimos que todo lo dejamos por Dios, si no nos apartamos de lo principal, que son los parientes. Viene ya la cosa a estado, que tienen por falta de virtud no querer y tratar mucho los religiosos a sus deudos, y como que lo dicen ellos y alegan sus razones.

3. En esta casa, hijas, mucho cuidado de encomendarlos a Dios, que es razón; en lo demás, apartarlos de la memoria lo más que podamos, porque es cosa natural asirse a ellos nuestra voluntad más que a otras personas.
Yo he sido querida mucho de ellos, a lo que decían, y yo los quería tanto, que no los dejaba olvidarme. Y tengo por experiencia, en mí y en otras, que dejados padres (que por maravilla dejan de hacer por los hijos, y es razón con ellos cuando tuvieren necesidad de consuelo, si viéremos no nos hace daño a lo principal, no seamos extraños, que con desasimiento se puede hacer, y con hermanos), en los demás, aunque me he visto en trabajos, mis deudos han sido y quien menos ha ayudado en ellos; los siervos de Dios, sí.

4. Creed, hermanas, que sirviéndole vosotras como debéis, que no hallaréis mejores deudos que los que Su Majestad os enviare. Yo sé que es así, y puestas en esto -como lo vais- y entendiendo que en hacer otra cosa faltáis al verdadero amigo y esposo vuestro, creed que muy en breve ganaréis esta libertad, y que de los que por solo él os quisieren, podéis fiar más que de todos vuestros deudos, y que no os faltarán; y en quien no pensáis, hallaréis padres y hermanos. Porque como éstos pretenden la paga de Dios, hacen por nosotras; los que la pretenden de nosotras, como nos ven pobres y que en nada les podemos aprovechar, cánsanse presto. Y aunque esto no sea en general, es lo más usado ahora en el mundo, porque, en fin, es mundo.
Quien os dijere otra cosa y que es virtud hacerla, no los creáis, que si dijese todo el daño que trae consigo, me había de alargar mucho; y porque otros, que saben lo que dicen mejor, han escrito en esto, baste lo dicho. Paréceme que, pues con ser tan imperfecta lo he entendido tanto, ¿qué harán los que son perfectos?

5. Todo este decirnos que huyamos del mundo, que nos aconsejan los Santos, claro está que es bueno. Pues creedme que lo que, como he dicho, más se apega de él son los deudos y más malo de desapegar. Por eso hacen bien los que huyen de sus tierras; si les vale, digo, que no creo va en huir el cuerpo, sino en que determinadamente se abrace el alma con el buen Jesús, Señor nuestro, que como allí lo halla todo, lo olvida todo; aunque ayuda es apartarnos muy grande hasta que ya tengamos conocida esta verdad; que después podrá ser quiera el Señor, por darnos cruz en lo que solíamos tener gusto, que tratemos con ellos.


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NOTAS

1 A usadas, escribe la Santa, deformando la expresión clásica «a osadas», que equivale a «con resolución, sin miedo o bien a «ciertamente». Cobarruvias la explica así: de osadía «se forma una manera de decir antigua aosadas, que vale tanto como 'osaría yo apostar» (s. v. «osar»).

2 ... al menos en las más, aunque no en todos los santos que escribieron, o muchos (1ª redacción). -Sigue una alusión a los consejos evangélicos (Lc 14, 33).

3 ... después de los dicho que toca a su Iglesia (1ª redacción).

4 Las últimas frases han sido retocadas en los autógrafos y en las ediciones. En la primera redacción escribió «En los demás, aunque me he visto en trabajos, mis deudos han sido; y quien me ha ayudado en ellos, los siervos de Dios». En la nueva redacción, copió materialmente esa frase. Luego la enmendó, no muy certeramente, tal como se transcribe en el texto. Tanto la edición príncipe (f 31r) como fray Luis de León (p. 55) deforman el texto. Aunque la frase es poco feliz, el sentido es claro: en los trabajos, sus deudos (parientes) la han ayudado menos que los siervos de Dios.

5. Lo ha dicho en el n. 2.