En el título, la Santa insiste en “dar medios para procurar esta oración de recogimiento” y después de unos sabios avisos para vivir con más intensidad la vida religiosa, recalcando lo importante que es tener “siempre el pensamiento en lo que dura, y de lo de acá ningún caso hagamos” (nº 1). Después de invitarnos a atajar esos pensamientos, ya que no es de acá nuestro Reino, nos reitera por enésima vez lo importante y fructífero que será conseguir el recogimiento diciéndonos con firmeza : “Poned los ojos en vos y miraos interiormente, como queda dicho: hallaréis vuestro Maestro que nos os faltará, antes mientras menos consolación exterior, más regalo os hará” y termina este nº 2, con una frase lapidaria: O creéis esto o no; si lo creéis, ¿de qué os matáis?, es decir ¿qué os espanta?

En los números 3 y 4 repite hasta cinco veces el verbo “entender”. Al recogimiento se llega, no por un camino SOBRENATURAL, “sino que está en nuestro querer” (nº 4). Es también importante saber que podemos “aun en las mismas ocupaciones retirarnos a nosotros mismos” (nº 5), sólo con que “entendamos estamos con Él” llenará nuestro interior, pues “no es amigo de que nos quebremos las cabezas hablándole mucho” (nº 6)

Sigue insistiendo en transmitirnos su experiencia para terminar diciendo: ”Concluyo con que, quien lo quiera adquirir… no se canse de acostumbrarse a lo que queda dicho, que es señorearse poco a poco de sí mismo… ganarse a sí para sí … En fin, traer cuenta que puede si quiere, nunca se apartar de tan buena compañía” (nº 7)

Pues nada se aprende sin un poco de trabajo, por amor de Dios, hermanas, que deis por bien empleado el cuidado que en esto gastaréis” (nº 8)

Experiencia sobre experiencia, la Santa se empeña en imprimir en nuestras almas lo que ella ha recibido, para que también podamos gozar de lo que ella gozó. No es teoría o elucubraciones lo que nos transmite, son jirones de su propia vida los que quiere trasplantar a la nuestra para que vivamos lo que ella vivió.

CAPÍTULO 29

Prosigue en dar medios para procurar esta oración de recogimiento. Dice lo poco que se nos ha de dar de ser favorecidas de los prelados.

1. Huid, por amor de Dios, hijas, de dárseos nada de estos favores. Procure cada una hacer lo que debe, que si el prelado no se lo agradeciere, segura puede estar lo pagará y agradecerá el Señor. Sí, que no venimos aquí a buscar premio en esta vida. Siempre el pensamiento en lo que dura, y de lo de acá ningún caso hagamos, que aun para lo que se vive no es durable; que hoy está bien con la una; mañana, si ve una virtud más en vos, estará mejor con vos, y si no, poco va en ello. No deis lugar a estos pensamientos, que a las veces comienzan por poco y os pueden desasosegar mucho, sino atajadlos con que no es acá vuestro reino y cuán presto tiene todo fin.

2. Mas aun esto es bajo remedio, y no mucha perfección. Lo mejor es que dure, y vos desfavorecida y abatida, y lo queráis estar por el Señor que está con vos. Poned los ojos en vos y miraos interiormente, como queda dicho; hallaréis vuestro Maestro, que no os faltará, antes mientras menos consolación exterior, más regalo os hará. Es muy piadoso, y a personas afligidas y desfavorecidas jamás falta, si confían en El solo. Así lo dice David, que está el Señor con los afligidos. O creéis esto o no. Si lo creéis, ¿de qué os matáis?

3. ¡Oh Señor mío, que si de veras os conociésemos, no se nos daría nada de nada, porque dais mucho a los que de veras se quieren fiar de Vos! Creed, amigas, que es gran cosa entender es verdad esto, para ver que los favores de acá todos son mentira cuando desvían algo el alma de andar dentro de sí. ¡Oh, válgame Dios, quién os hiciese entender esto! No yo, por cierto. Sé que con deber yo más que ninguno, no acabo de entenderlo como se ha de entender.

4. Pues tornando a lo que decía, quisiera yo saber declarar cómo está esta compañía santa con nuestro acompañador, Santo de los Santos, sin impedir a la soledad que ella y su Esposo tienen, cuando esta alma dentro de sí quiere entrarse en este paraíso con su Dios, y cierra la puerta tras sí a todo lo del mundo. Digo «quiere», porque entended que esto no es cosa sobrenatural, sino que está en nuestro querer y que podemos nosotros hacerlo con el favor de Dios, que sin éste no se puede nada, ni podemos de nosotros tener un buen pensamiento. Porque esto no es silencio de las potencias; es encerramiento de ellas en sí misma el alma.

5. Vase ganando esto de muchas maneras, como está escrito en algunos libros, que nos hemos de desocupar de todo para llegarnos interiormente a Dios, y aun en las mismas ocupaciones retirarnos a nosotros mismos. Aunque sea por un momento solo, aquel acuerdo de que tengo compañía dentro de mí es gran provecho. En fin, irnos acostumbrando a gustar de que no es menester dar voces para hablarle, porque Su Majestad se dará a sentir cómo está allí.

6. De esta suerte rezaremos con mucho sosiego vocalmente, y es quitarnos de trabajo. Porque a poco tiempo que forcemos a nosotros mismos para estarnos cerca de este Señor, nos entenderá por señas, de manera que si habíamos de decir muchas veces el Paternóster, nos entenderá de una. Es muy amigo de quitarnos de trabajo. Aunque en una hora no le digamos más de una vez, como entendamos estamos con El y lo que le pedimos y la gana que tiene de darnos y cuán de buena gana se está con nosotros, no es amigo de que nos quebremos las cabezas hablándole mucho.

7. El Señor lo enseñe a las que no lo sabéis, que de mí os confieso que nunca supe qué cosa era rezar con satisfacción hasta que el Señor me enseñó este modo. Y siempre he hallado tantos provechos de esta costumbre de recogimiento dentro de mí, que eso me ha hecho alargar tanto.
Concluyo con que quien lo quisiere adquirir -pues, como digo, está en nuestra mano-, no se canse de acostumbrarse a lo que queda dicho, que es señorearse poco a poco de sí mismo, no se perdiendo en balde; sino ganarse a sí para sí, que es aprovecharse de sus sentidos para lo interior. Si hablare, procurar acordarse de que hay con quien hable dentro de sí mismo. Si oyere, acordarse que ha de oír a quien más cerca le habla. En fin, traer cuenta que puede, si quiere, nunca se apartar de tan buena compañía, y pesarle cuando mucho tiempo ha dejado solo a su Padre, que está necesitada de él. Si pudiere, muchas veces en el día; si no, sea pocas. Como lo acostumbrare, saldrá con ganancia, o presto o más tarde. Después que se lo dé el Señor, no lo trocaría por ningún tesoro.

8. Pues nada se deprende sin un poco de trabajo, por amor de Dios, hermanas, que deis por bien empleado el cuidado que en esto gastareis. Y yo sé que, si le tenéis, en un año y quizá en medio, saldréis con ello, con el favor de Dios. Mirad qué poco tiempo para tan gran ganancia como es hacer buen fundamento para si quisiere el Señor levantaros a grandes cosas, que halle en vos aparejo, hallándoos cerca de sí. Plega a Su Majestad no consienta nos apartemos de su presencia, amén.