En estos días de verano un grupo de jóvenes, que se encontraban haciendo ejercicios espirituales con los salesianos, quisieron compartir con nosotras el rezo de vísperas y algunas experiencias del día de desierto. Aquí os ofrecemos una de ellas.

ÉXODO Y LIBERACIÓN. HISTORIA DE UNA IMPORTANTE LECCIÓN

Para entender esta historia debemos remontarnos a finales de mayo. Por aquel entonces, yo tenía bastante claro que el próximo curso haría una experiencia vocacional. Después de muchas experiencias y mucha oración, descubrí que Dios me llamaba algo y que no sabía que era, y estaba dispuesto a hacer una experiencia de este tipo para poder ver si esa llamada era o no a la vida religiosa. Estaba a la espera de poder hablar con las personas adecuadas que pudieran comentarme las opciones, las formas y los tiempos para esta experiencia, pero en mí no cabían tantas expectativas generadas, y sobre todo una de ellas, que entonces una vez dado ese paso sería muy feliz.

En este contexto personal y temporal, la etapa de exámenes se presentaba como una etapa de mucha presión y poca disposición tanto física como psicológica para poder entablar relación con Dios. Pese a saber e intuir mucha de las pruebas que me depararía este tiempo, no tome ninguna precaución, y a pesar de que los resultados académicos fueran aceptables, personalmente había perdido mucho, principalmente esa paz y serenidad que nace de hablar con Dios cada día y de estar atento a su palabra en cada momento.

Yo pensé que pasado el tiempo de prueba, todo volvería a la normalidad, pero no fue así. Lo cierto es que la idea de hacer una experiencia vocacional el próximo curso se presentaba muy lejana, mientras que otras ideas, otros proyectos, llenos de viajes, mujeres, independencia, pero quizás vacíos de Dios se me presentaban por delante, como mucho más acordes a mi y como lo que yo realmente quería. En este momento, en un verdadero desierto de Dios, o quizás no tan desierto, pero en una sensación de:"bueno, sé que estás hay pero no quiero que estés, o voy a intentar buscar en otro lado, pero en el fondo sé...", llego a los ejercicios, con la tarea de conocerme a mi mismo, de recordar y rememorar toda mi historia para poder descubrir que hay de genuino en ella, cuales son las dificultades que he encontrado y que camino he ido haciendo, que decisiones tomé y como me sentí y me resultaron, para poder intentar vislumbrar una elección en mi camino, porque en el fondo sabía que si era verdaderamente de Dios lo que había estado planteando, pues aunque no estuviera en un buen momento habría que considerarlo.

Y así, el miércoles nos proponen una aventura de desierto. Para mi en principio me suponía un contratiempo porque me exigía salir y moverme, salir de mi rutina, y no me permitía hacer el trabajo de conocimiento propio que perseguía, pero decidí hacerlo. Empecé con dos amigos, dispuestos a llegar a donde fuera. Comenzamos intentando hablar un poco de nuestras tentaciones y demás, pero pronto pasamos ha hablar de otros temas, y nos dedicamos, digamos a dar un paseíllo. Cuando comenzamos a ser un poco conscientes de la dimensión del camino, yo empecé a idear y proponer cosas para no recorrerlo. Le preguntamos a un hombre acerca de la parada de autobús, y la primera idea fue cogerlo de vuelta hacia Sanlúcar, para no tener que hacerlo a la vuelta. Pensando y hablando que hacer para no volver andando y en como coger algún fruto para comer y aliviar un poco el camino llegamos por fin a nuestro destino, Loreto. Allí estuvimos poco tiempo, nos refrescamos, dio tiempo apenas para leer el documento que nos facilitaron, descansar un poco y visitar la iglesia, y en poco tiempo reemprendimos la vuelta.

Nada más salir, nos encontramos con una camino alternativo que se presentaba más corto, un atajo, y lo tomamos. Dimos a un lugar que conocíamos, y tuvimos una imagen que se nos presento tentadora. Era la de un pequeño burro en una parcela sin nada edificado, que tan solo contenía dos perros y un burro. Tuvimos la idea de llevarnos al burro, de ir montados en el o de llevárnoslo para que fuera más leve el camino, reírnos y entretenernos. La idea en mi cabeza se presentaba pues, bueno como un robo que es lo que era, pero no aparecían consecuencias ni aspectos negativos, solo como algo divertido. Finalmente desechamos la idea y conseguimos encontrar el camino correcto. Volviendo intentamos hacer varias veces autostop, porque no es que estuviéramos muy cansados, pero si podíamos ahorrarnos algo pues mejor que mejor y así nos cogió un hombre en su coche y nos dejó en una carretera a la espalda del colegio salesiano. En ese momento tuvimos mucha suerte porque nos encontramos a un animador del pueblo que nos llevó al siguiente y más lejano lugar, la Paz. Cierto es que esta pequeña "aventura" nos divirtió, pero yo tenía la sensación de que algo estaba mal, de que me estaba perdiendo algo, de que no era esa la forma ni el camino. Después de comer y estar un tiempo en la paz nos fuimos a refrescarnos y tomar algo en un bar, y estuvimos largo tiempo hablando y discutiendo sobre la experiencia, principalmente justificando y aclarándonos a nosotros mismo porqué habíamos hecho lo que habíamos hecho, porque yo al menos en cierta manera lo necesitaba.

El camino lo concluimos llegando al último lugar, y pasando por el colegio para descansar. Ya nos dirigíamos hacia vuestro convento, y ciertamente tenía "ganas" de estar allí y veros, porque guardaba grato recuerdo. Y cuando estaba allí, cuando rezamos y os escuché, vino a mi cabeza como una revelación, algo que considero importante, y que justifica que haya contado tanta anécdota anteriormente. Me di cuenta que el camino que había hecho, era realmente el camino que había vivido estos dos meses. Al igual que en mi vida, el camino hacia Loreto era áspero, seco y duro, y lo recorría con amigos, con mi gente, que siempre estuvo hay también en mi vida. También vi que en mi vida había hecho lo mismo que caminando hacia Loreto, mirar para otro lado para intentar obviar el camino, no hacer el trabajo al que éste me invitaba. A pesar de todo, en mi vida no había dejado de rezar o celebrar la eucaristía, pero al igual que en la iglesia de Loreto, lo hacía deprisa, sin prestar demasiada atención, y esperando a que llegara el siguiente momento. De nuevo, vi que en mi vida había también tomado otros caminos, "atajos" y decidí, por ejemplo, obviar mi responsabilidades para estar demasiado con mis amigos, tomar actitudes que iban poco conmigo, buscar la fiesta, el aparentar, el extremo en cierta manera, al igual que decidí hacer autostop en el camino, pero en ambas situaciones, aunque era consciente de lo que había decidido y hecho, también era consciente de que la sensación que se me quedaba no era placentera cien por cien, una sensación de que algo estaba mal, de que faltaba un poco. Y por último pues me di cuenta, de que también en ambas experiencias había hecho el esfuerzo de justificarme, de explicarme a mi mismo lo que había hecho y porqué para intentar incluso hacerme ver que eso era lo correcto, o lo que yo necesitaba y quería, aunque de fondo siempre había algo que no calmaba ninguna justificación.

Escuchando y compartiendo con vosotras, descubrí una cosa muy importante:" la vida para una persona es un constante elegir, discernir entre dos o más caminos a seguir. En este decidir podemos encontrar un camino que viene de Dios, y otros pues que vienen de otros sitios. Sin duda todos los caminos podrán proporcionarnos cierta felicidad, placer y crecimiento personal, pero sólo si seguimos el camino de Dios, solo entonces podremos ser felices cien por cien, solo entonces seremos nosotros mismo, y podremos estar plenos, en paz y serenidad.

Esta es la experiencia que quería compartir con vosotras y con el resto de mis compañeros. Quizás la conclusión o moraleja parezca muy sencilla, de cuento, incluso un poco tonta, pero para mi, que soy una persona que se suele mover entre extremos, a la que se le presentan muchas cosas como atractivas, y que aunque siempre haya un hilo conductor, suele cambiar y moverse quizás mucho aparentemente, así como un péndulo oscila y puedo oscilar mucho, pero siempre entorno a la misma posición de equilibrio, pues esta enseñanza me ayuda mucho. Y quería compartirla porque fue allí, compartiendo y rezando con mis compañeros y con vosotras, cuando se me reveló.