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En este Evangelio de San Juan quedan en evidencia como pecadores los que van por la vida creyéndose santos.

Me subyuga el gesto de Jesús de mirar a la tierra y escribir sobre ella, mientras los fariseos señalan con el dedo a una mujer desvalida que aguarda un castigo terrible: la lapidación.

Por dos veces Jesús mira a la tierra para que no estalle su luz en los ojos de los intransigentes. Para no regalarles la mirada a quien no se la merece.

...El desprecio más grande es que alguien hable contigo sin mirarte. Jesús no mira a los fariseos porque no los considera dignos de sus ojos, mientras tiene ojos de misericordia para una mujer que transitó un camino equivocado.

...Lo peor es quedarse sin la luz de Dios. El infierno debe ser eso: darte cuenta de que Dios no te mira y sufrir eternamente la sombra.