Orando con el Evangelio

EVANGELIO: Mc 6,30-34 

30Los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. 31Él les dijo: «Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco». Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer. 32Se fueron en barca a solas a un lugar desierto. 33Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. 34Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.

Los apóstoles son los mismos Doce que Jesús había enviado de dos en dos en misión y, extrañamente, es la única vez que el evangelista Marcos los llama así (apóstoles). Ellos están entusiasmados con la misión recién terminada y Jesús, sin decirles nada, come al regreso de la misión de los setenta y dos en el evangelio de Lucas (10,17-20), los invita a descansar. “Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco”, les dice muy amablemente. Una invitación que en Mt 11,28 suena todavía más dulce y puede aplicarse a cualquiera de nosotros: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré”. 

La necesidad del descanso propuesto por Jesús a los apóstoles no está motivada tanto por las fatigas de la misión cumplida, cuanto por la situación presente. “Porque”, escribe de hecho el evangelista, “eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer”. ¿Exagerado? No le pareció tanto al santo monje anglosajón Beda el Venerable (673-735) que, al leer este versículo, exclamó: "Ay, ¡también sucediera en nuestros días que los ministros de la Palabra estuvieran tan asediados por la muchedumbre de los fieles y de los oyentes de no tener ni siquiera el tiempo de preocuparse del propio cuerpo!” (Comentario al Evangelio de Marcos).

De hecho, como de costumbre, no tuvieron tregua tampoco ese día. Se fueron en barca a solas con el Maestro a un lugar desierto, pero muchos los vieron marcharse, los reconocieron y, de todas las aldeas corrieron, al punto que les adelantaron. El apostolado no tendría contenido sin compartir con el Maestro y es precisamente por eso que Jesús desea que vayan a solas a un lugar desierto a descansar un poco con Él, pero la necesidad de la gente es todavía más importante. El mismo Jesús, para estar con el Padre, tenía que hacerlo de noche, porque durante el día, como ahora con sus apóstoles, son tantos los que van y vienen que no encuentran el tiempo ni para comer.

Por lo que se refiere al retirarse de Jesús con el Padre, ya desde el principio, anota Marcos, después de haber curado a muchos en Cafarnaún el día antes, al día siguiente “se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar” (Mc 1,35). Así también, por ejemplo, una vez despedida la gente saciada con la multiplicación de los panes, “subió al monte a solas para orar y, llegada la noche, se quedó allí solo” (Mt 14,23; cf. Mc 6,46). Los evangelistas nos dan la impresión de que casi todas las noches Jesús buscaba la soledad para recuperar las fuerzas o decidir qué hacer el día siguiente. Cuando, por ejemplo, tuvo que elegir a los Docesalió al monte a orar”, escribe Lucas, “y pasó la noche ahí orando a Dios” (Lc 6,12). 

Era lo que Jesús quería que aprendiesen también sus discípulos, cuando les dijo: “Venid a solas a un lugar desierto a descansar un poco”. Pero, al mismo tiempo, para que no descuidasen las necesidades de la gente, les dio asimismo el ejemplo de que las necesidades de los hermanos siempre tienen que tener la primacía. De hecho, “al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas”.

Sabemos que dentro de poco se producirá la multiplicación de los panes y que Jesús se ocupará también del hambre de esa gente, pero, en primer lugar, se compadece de su ignorancia y se pone a enseñarles muchas cosas. Como en 1,22, el evangelista Marcos no especifica el contenido de su enseñanza, pero el hecho de que diga que Jesús a esa gente la veía andar como ovejas que no tienen pastor, indica que, sin duda, les habló de su dignidad como personas amadas por Dios. Tal vez les habló con las palabras del Salmo 23 (22) y les dijo que, si se dejaran guiar por el Señor, nada podría faltarles. Que Él sabe cómo conducir hacia fuentes tranquilasy cómo guiar por los justos senderos. Que no hay que temer nada, porque Él va siempre con nosotros, sosegándonos con su vara y su cayado. 

Dijo cosas seguramente parecidas y, para manifestar que no se trataba de palabras vacías, al ver que los que le escuchaban no tenían nada para comer, los hizo acomodar por grupos de cien y de cincuenta y partidos los cinco panes que le habían traído sus discípulos, se los fue dando a ellos para que se los sirvieran a la gente hasta que todos fueron saciados. 

Es esto (la multiplicación de los panes), lo que, efectivamente, sigue de inmediato también en el evangelio di Marcos, aunque en los próximos domingos la liturgia escoja la versión del Evangelio de Juan.