Orando con el Evangelio

Cristo ReyGracia y paz a vosotros de parte del que es y era y viene (Ap 1,4)

Comentario de Orígenes, Opúsculo sobre la oración (Cap 25: PG 11, 495-499)

Si, como dice nuestro Señor y Salvador, el reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí, sino que el reino de Dios está dentro de nosotros, pues la palabra está cerca de nosotros, en los labios y en el corazón, sin duda, cuando pedimos que venga el reino de Dios, lo que pedimos es que este reino de Dios, que está dentro de nosotros, salga afuera, produzca fruto y se vaya perfeccionando. Efectivamente, Dios reina ya en cada uno de los santos, ya que éstos se someten a su ley espiritual, y así Dios habita en ellos como en una ciudad bien gobernada. En el alma perfecta está presente el Padre, y Cristo reina en ella, junto con el Padre, de acuerdo con aquellas palabras del Evangelio: Vendremos a él y haremos morada en él.

Este reino de Dios que está dentro de nosotros llegará, con nuestra cooperación, a su plena perfección cuando se realice lo que dice el Apóstol, esto es, cuando Cristo, una vez sometidos a él todos sus enemigos, entregue a Dios Padre su reino, y así Dios lo será todo para todos. Por esto, rogando incesantemente con aquella actitud interior que se hace divina por la acción del Verbo, digamos a nuestro Padre que está en los cielos: Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino.

…si queremos que Dios reine en nosotros, procuremos que de ningún modo el pecado siga dominando nuestro cuerpo mortal, antes bien, mortifiquemos todo lo terreno que hay en nosotros y fructifiquemos por el Espíritu; de este modo, Dios se paseará por nuestro Interior como por un paraíso espiritual y reinará en nosotros él solo con su Cristo, el cual se sentará en nosotros a la derecha de aquella virtud espiritual que deseamos alcanzar: se sentará hasta que todos sus enemigos que hay en nosotros sean puestos por estrado de sus pies, y sean reducidos a la nada en nosotros todos los principados, todos los poderes y todas las fuerzas.

Todo esto puede realizarse en cada uno de nosotros…

Todo esto puede realizarse en cada uno de nosotros. Qué gran tarea, qué gran aventura se nos ofrece en esta Fiesta admirable que pone punto final al año litúrgico. Sin duda que la dimensión horizontal que el mismo Cristo nos ofrece hoy en el evangelio nos apremia a entregarnos generosamente al AMOR al prójimo como una manera privilegiada de AMAR a Jesús en persona. Pero ninguna entrega puramente filantrópica, ninguna generosidad sin raíz en un proceso interior de vida en el Espíritu revelarán el alcance de una conversión verdadera del corazón para ver con ojos nuevos todo lo que nos rodea. Buen domingo. Paz.

                                                                                                         P. Juan Javier