Orando con el Evangelio

3 de diciembre de 2023. San Francisco Javier

Escuchamos en la oración de vigilias en Isaías 1: «Oíd, cielos, escucha tierra, que habla el Señor: Hijos he criado y elevado, y ellos se han rebelado contra mí. Conoce el buey a su amo, y el asno, el pesebre del dueño; Israel no conoce, mi pueblo no recapacita… Cuando extendéis las manos, cierro los ojos; aunque multipliquéis las plegarias, no os escucharé. Vuestras manos están llenas de sangre. Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad el derecho, enderezad al oprimido; defended al huérfano, proteged a la viuda. Entonces, venid, y litigaremos —dice el Señor—. Aunque vuestros pecados sean como púrpura, blanquearán como nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán como lana».

               Lavarse, purificarse, apartarse de las malas acciones, cesar de obrar el mal, aprender a obrar bien, buscar la santidad y la rectitud de vida, enderezar al oprimido. Estas son las acciones que agradan a Dios, este es el requisito para presentarse ante Él y poder hablar cara a cara con nuestro Dios.

En Isaías 6 : «Vete y di a ese pueblo: "Oíd con vuestros oídos, sin entender; mirad con vuestros ojos, sin comprender". Embota el corazón de ese pueblo, endurece su oído, ciega sus ojos: que sus ojos no vean, que sus oídos no oigan, que su corazón no entienda, que no se convierta y sane».

El corazón embotado, el oído endurecido, los ojos ciegos, sus oídos sordos, su corazón sin entendimiento, ausencia de conversión y ausencia de sanación.

Hay una visión y una audición del corazón, hay un entendimiento y una capacidad de apertura del corazón que son distintas de la visión, audición y entendimiento puramente fisiológicos. Existe una relación directa entre esta tonificación del corazón que ve, oye y entiende con la conversión personal y la sanación.

Israel en tiempos de Isaías, La Iglesia hoy, TU CORAZÓN… no quieren recapacitar, entender, ver, oír, sanar. Increíble, pero cierto.

Escuchamos a San Cirilo de Jerusalén, Catequesis 15 (1-3: PG 33, 870-874):

No pensamos, pues, tan sólo en la venida pasada; esperamos también la futura. Y habiendo proclamado en la primera: Bendito el que viene en nombre del Señor, diremos eso mismo en la segunda; y saliendo al encuentro del Señor con los ángeles, aclamaremos, adorándolo: Bendito el que viene en nombre del Señor.

Antes de mirar para atrás para ver qué ocurrió en la Encarnación, la Iglesia nos invita a mirar hacia adelante para conocer qué ocurrirá en la Parusía. Dos venidas de Cristo, una conocida, otra ignota (desconocida).

En la primera venida fue envuelto con fajas en el pesebre; en la segunda se revestirá de luz como vestidura. En la primera soportó la cruz, sin miedo a la ignominia; en la otra vendrá glorificado, y escoltado por un ejército de ángeles.

Ignominia: in-nomen, in prefijo privativo, nomen, nombre. Literalmente pérdida del propio nombre. Deshonra, vergüenza, infamia, mancha, insulto, jugada sucia. Acción que, cometida por alguien, le culpabiliza. Afrenta pública a la que es condenada una persona. Y Cristo no tuvo miedo a la ignominia… Cristo estaba pensando en ti.

¡VIGILAD!