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Sí, ya sé que no soy una rosa, aunque tengo su forma aparente, pero me encanta ser cactus. No tengo perfume, pero a cambio, la presencia de la rosa es efímera y yo permanezco meses y meses adornando el jardín.

Quiero ser en la vida lo que Tú quieres que sea, y me gustan mis pétalos con ese borde rojizo contrastando con el verde.

No necesito grandes cuidados. Soporto el rigor del verano y no exijo mucho riego, pero ahí estoy, cantando la belleza que creaste exclusivamente para mí. Además, aceptar la diversidad, le da a mi vida una libertad inenarrable.