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No es el clima de Andalucía el más propicio para que en él crezcan tulipanes, pero nos regalaron unos bulbos, los sembramos con la ilusión de que florecerían, los protegimos con unos ladrillos a modo de alcorque y…, después de un tiempo, los tulipanes florecieron.

Tuvimos Fe, porque sin reunir las condiciones necesarias lo intentamos, Esperanza, porque confiamos que sería posible y Amor porque lo rodeamos de cuidados y detalles. Partiendo de la base de que estas palabras están bastantes devaluadas porque ya huelen a “alcanfor” y sabiendo que han salido del uso de la mayoría de la gente con las que nos relacionamos, sería bueno que hiciéramos un análisis de cómo andan estas virtudes en nuestra vida común, ya que creo que, su ausencia, o el poco aprecio que hacemos de ellas mismas, pueden ser la causa de muchos de los traumas y desilusiones que pululan por nuestras vidas.