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Hablando Moisés con Yahveh le dijo: “Déjame ver tu rostro”, Él le contesto: “Yo haré pasar ante ti todo mi esplendor… verás mi espalda, porque mi rostro no lo puedes ver (Ex. 33,18. 23).

Si una de las señales que nos anuncian tu rostro puede ser la admiración que nos suscita contemplar las obras de tus manos, observando la combinación de colores y luminosidades que en este día plasmaste en el cielo y, concediéndome la oportunidad de poder fotografiarlas en el momento justo, ya puedo decir que ese día “vi tu rostro”.