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Cuando miro esta foto, quizás lo único que se me viene a la vista son esas ramas secas que estropean el seto de arrayanes que bordean el jardín de la entrada de la casa, pero esto no es la realidad. Ese seto es hermoso y en él lo que abundan, son las ramas verdes.

Eso nos pasa a veces con las personas. Sólo nos fijamos en las ramillas secas, sin reparar en la cantidad de ramas verdes que los demás poseen.

Esta actitud nos hace daño a nosotros mismo, es como si nos estuviéramos agrediendo, pues al juzgar al otro, creamos en nuestro interior sentimientos negativos que no nos benefician haciéndonos entrar en un estado de agitación e incluso de malestar físico, producido por el juicio que hacemos. Además, todos tenemos en nuestro actuar ramas verdes y ramas secas.

Sería bueno que hoy empezáramos a potenciar todas las ramas verdes de nuestros setos interiores, pensando que las secas, que realmente existen, no son las constitutivas de nuestra persona, sino que se pueden podar, aunque duelan, y en su lugar volverán a salir ramas hermosas.