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- “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el Sol que nace de lo alto”, rezamos todos los días en el canto de Benedictus en Laudes y, mientras saboreaba este pensamiento tratando de hacer oración con él, al ir a atender el torno, me encontré sorprendida con esta imagen. ¿Cómo enfocar al mismo Sol, tan refulgente, sin que se me lastimen los ojos? Me escondí detrás de una columna y saqué el móvil, para ver si atinaba a captarla, intentando hacerlo” a ciegas”.

Entonces se me vinieron a la memoria las palabras de Mateo 5, 6: “cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre que está allí, en lo secreto”. Comprendí entonces que es imposible encontrarse con Dios, si antes no me escondo para buscarle, porque cuando lo hago y lo consigo, y trato de repetir y repetir siempre que me acuerdo, compruebo la razón que tenía Santa Teresa cuando nos repetía: “¡Acostumbraos, acostumbraos! Mirad que sé yo que podéis hacer esto”. Camino 26,2. Y también “Si os acostumbráis a traerle cabe vos y Él ve que lo hacéis con amor y que andáis procurando contestarle, no le podréis -como digo- echar de vos” Camino 26,1.