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“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré… y encontraréis vuestro descanso” Mt. 11, 28-30

Esta promesa se cumple de verdad, y yo doy fe de ello. La vida tiene sus bajadas y subidas, sus noches y sus días, sus curvas y sus “rectas interminables” que, a veces te hacen entrar en el tedio, pero… Tenerle a Él, contar con su presencia segura, incluso cuando no lo ves por ningún sitio, constatar su amor incondicional… todo eso es “una pasada”.

Una silla de la que usaban nuestras abuelas, una sombrita confortable, una hiedra plantada en un caldero antiguo, incluso contando con los desconchones producidos por la humedad y el paso del tiempo; todo eso nos invita a descansar, de esta vida ajetreada que nos aprisiona.