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¡Qué bien sé yo la fonte, / que mana y corre/ aunque es de noche/! Escribía el gran Poeta Santo, Juan de la Cruz en su oscura cárcel de Toledo. Y es que él, ante la dificultad para ver con claridad con los ojos del cuerpo, abría los ojos del alma y experimentaba por todos los poros de su piel, lo que es estar tan cerca de Ti, que todas las cosas que te rodean entran en la penumbra más oscura de este mundo, pero tu Luz las inunda por dentro.

Esto es lo que se observa en la foto de hoy. El mundo se viste de oscuridad. Inútilmente quieres adivinar el paisaje, pero todo se debate en la sombra, ya que el sol camina hacia el ocaso, aunque todavía regala con su resplandor el borde de esas nubes que parecen interponerse en su camino.

Pero Tú volverás mañana con nuevo resplandor, con nueva vida, con todo tu Ser repleto de entusiasmo y de alegría nueva. Sin nubes, sin sombras. Tú nos darás un nuevo día con sabor a Ti, ese sabor que hace el milagro de no sumirnos en la “depresión” de este mundo gris y macilento que vivimos, sino proclamando al mundo, como lo hizo Juan de la Cruz que la vida merece vivirse cuando se te experimenta dentro.