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Un amanecer de fuego, sí, parece que el cielo arde. Contemplado este espectáculo pienso que hay tinieblas que no se vencen más que con el fuego del Espíritu, con la claridad de tu Luz, con la paz del firmamento azulado que se abre paso entre las indómitas nubes.

“El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?, el Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?, rezábamos el pasado domingo con el Salmo 26.

Los problemas en el mundo, crecen, los interiores, cada uno sabe por dónde van. Sólo la Confianza absoluta en la Bondad de Dios, puede restablecer la paz en nuestra alma