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Avisos y consejos que da Teresa de Jesús a las hermanas religiosas e hijas suyas…” especialmente a las hermanas de San José de Ávila.

Así comienza Teresa su libro “Camino de Perfección”, precedido como es habitual en ella, por las siglas JHS, con las que sellaba sus escritos.

PRÓLOGO

Teresa tiene intención de escribir “algunas cosas de oración” (nº 1), y por eso responde a la insistencia de sus hijas de que les ponga por escrito lo que les dice de palabra, temiendo perder tanta doctrina. Teresa siente dentro la necesidad de enseñar, de ayudar y animar a sus monjas, dándoles “algunos remedios para algunas tentaciones menudas que pone el demonio” (nº 2).

Siempre hablará Teresa desde su experiencia, con el “amor y deseo” (nº 3) de que vivan al servicio del Señor, en el trato continuo y constante con la Persona de Cristo.

Una mujer que habla a mujeres sabe atinar mejor que los letrados sobre esas “cosas menudas” de gran importancia en nuestra vida.

El amor y la experiencia llegan más allá que muchas teorías y convierten a Teresa en maestra, que avisa y aconseja en el camino de oración, como verdadera mistagoga.

INTRODUCCIÓN
JHS

Este libro trata de avisos y consejos que da Teresa de Jesús a las hermanas religiosas e hijas suyas de los monasterios que con el favor de nuestro Señor y de la gloriosa Virgen Madre de Dios, Señora nuestra, ha fundado de la Regla primera de nuestra Señora del Carmen. En especial le dirige a las hermanas del monasterio de San José de Ávila, que fue el primero, de donde ella era priora cuando le escribió.
En todo lo que en él dijere, me sujeto a lo que tiene la madre Santa Iglesia Romana, y si alguna cosa fuere contraria a esto, es por no lo entender. Y así, a los letrados que lo han de ver, pido, por amor de nuestro Señor, que muy particularmente lo miren y enmienden si alguna falta en esto hubiere, y otras muchas que tendrá en otras cosas. Si algo hubiere bueno, sea para gloria y honor de Dios y servicio de su sacratísima Madre, Patrona y Señora nuestra, cuyo hábito yo tengo, aunque harto indigna de él.


JHS

PRÓLOGO

1. Sabiendo las hermanas de este monasterio de San José cómo tenía licencia del Padre Presentado Fray Domingo Bañes, de la Orden del glorioso Santo Domingo, que al presente es mi confesor, para escribir algunas cosas de oración en que parece podré atinar por haber tratado con muchas personas espirituales y santas, me han tanto importunado les diga algo de ella, que me he determinado a las obedecer, viendo que el amor grande que me tienen puede hacer más acepto lo imperfecto y por mal estilo que yo les dijere, que algunos libros que están muy bien escritos de quien sabía lo que escribe. Y confío en sus oraciones que podrá ser por ellas el Señor se sirva acierte a decir algo de lo que al modo y manera de vivir que se lleva en esta casa conviene. Y si fuere mal acertado, el Padre Presentado que lo ha de ver primero, lo remediará o lo quemará, y yo no habré perdido nada en obedecer a estas siervas de Dios, y verán lo que tengo de mí cuando Su Majestad no me ayuda.

2. Pienso poner algunos remedios para algunas tentaciones menudas que pone el demonio, que -por serlo tanto- por ventura no hacen caso de ellas, y otras cosas, como el Señor me diere a entender y se me fueren acordando, que como no sé lo que he de decir, no puedo decirlo con concierto; y creo es lo mejor no le llevar, pues es cosa tan desconcertada hacer yo esto. El Señor ponga en todo lo que hiciere sus manos para que vaya conforme a su santa voluntad, pues son éstos mis deseos siempre, aunque las obras tan faltas como yo soy.

3. Sé que no falta el amor y deseo en mí para ayudar en lo que yo pudiere para que las almas de mis hermanas vayan muy adelante en el servicio del Señor. Y este amor, junto con los años y experiencia que tengo de algunos monasterios, podrá ser aproveche para atinar en cosas menudas más que los letrados, que por tener otras ocupaciones más importantes y ser varones fuertes no hacen tanto caso de cosas que en sí no parecen nada, y a cosa tan flaca como somos las mujeres todo nos puede dañar; porque las sutilezas del demonio son muchas para las muy encerradas, que ven son menester armas nuevas para dañar. Yo, como ruin, heme sabido mal defender, y así querría escarmentasen mis hermanas en mí. No diré cosa que en mí, o por verla en otras, no la tenga por experiencia.

4. Pocos días ha me mandaron escribiese cierta relación de mi vida, adonde también traté algunas cosas de oración. Podrá ser no quiera mi confesor le veáis, y por esto pondré aquí alguna cosa de lo que allí va dicho y otras que también me parecerán necesarias. El Señor lo ponga por su mano, como le he suplicado, y lo ordene para su mayor gloria, amén.