TeresaEl Libro de la Vida es el primer gran escrito de Teresa, también el más denso, el más rico de datos autobiográficos, por ello se le conoce como la autobiografía de la Santa. Indispensable para conocer su vida mística y el comienzo de su actividad fundadora. Es además el más sobrecogedor de sus escritos: la más intensa revelación de un alma con que cuentan nuestras letras.
 
Debe ser considerado como fruto de un carisma, que es la facultad sorprendente que Dios le dio para conocer sus experiencias sobrenaturales y para saber explicarlas (como la misma Santa reconoce).
 
Aunque no es una autobiografía propiamente dicha. Más que una autobiografía, el libro es una relación en torno al problema de su vida espiritual cuando ésta se le ha vuelto misteriosa y sobrecogedora a causa de sus experiencias místicas… Son estas vivencias profundas, místicas o transicológicas, las que vertebran el relato. Cuando envíe el libro al primer lector, (es el P. Báñez que lo aprueba) dirá con sencillez que “le fía su alma”. El libro contiene su alma.
 
El título con que lo encabeza: “Libro de la Vida” o sencillamente “Vida” es un título postizo no original de la autora. Se lo impusieron en fecha tardía los bibliotecarios del Escorial.
 
Hacia el final de su vida la autora escribe: “intitulé este libro DE LAS MISERICORDIAS DE DIOS” (Carta 415, 1)
 
Fray Luís de León, al publicarlo por primera vez, lo había titulado: “La Vida” o bien ”La vida de la Madre Teresa de Jesús y algunas de las mercedes que Dios le hizo, escritas por mandato de su confesor, a quien lo envía y dirige”.
 
Consta de 40 capítulos. Acabóse este libro en junio de 1562 en el palacio de Doña Luisa de la Cerda. Luego rehecho y ampliado en San José de Ávila, posiblemente en 1565. Sólo esta segunda redacción ha llegado a nosotros, la primera se ha perdido.
 
Se conserva esta segunda redacción en la real biblioteca de San Lorenzo del Escorial. El libro fue entregado a la inquisición en 1574 por la intrigante princesa de Éboli y otros. Y ya no saldrá de la prisión inquisitorial hasta después de muerta la autora.
 
Aunque escribe por mandato de sus confesores, según dice ella en el prólogo, añade que también ha sido por moción interior, bajo el misterioso impulso del MAESTRO INTERIOR. Cuando esto escribe está haciendo la travesía de la fase más incandescente de su vida mística, convencida de que la intensidad de sus experiencias está a punto de romper la tela de la vida.
 
La Santa contará su historia, pero como historia de salvación, y lo hará en una extensa “relación” que será a la vez verdadera teología narrativa.
 
Hay en el Libro un tema central que lo llena todo: la práctica de la oración, del trato de amistad con Quien sabemos nos ama, en el que sin pretenderlo ni imaginarlo se convirtió en maestra, no sólo de sus hijas, sino en la Iglesia y para la Iglesia.
 
Teresa se propone contar lo que ha pasado por su alma y engolosinar al lector facilitándole la degustación de ciertas mieles de la vida del Espíritu.
 
Ante todo, la Santa en su libro testifica el paso de Dios por su vida. Ejerce el profetismo porque antes de dirigir su palabra a los hombres, ha precedido el encuentro con Dios.
 
Por eso, el núcleo del relato autobiográfico de Teresa se cifra en la afirmación pura y simple de que ella en Cristo se encontró con Dios. Sin este dato el relato de su libro se desarticula y se vuelve ininteligible.
 
Otra característica de la Santa es que dispone de una extraña veracidad. Eso fue lo que convulsionó a una filósofa atea, Edith Stein que, al leer el libro de Vida, no pudo refrenar su impresión de que este libro es verdad.
 
Datos sobre la familia y hogar  de Teresa  (“Santa Teresa por dentro” P. Efrén)
 
Don Alonso Sánchez de Cepeda, casado con Doña Catalina del Peso, había quedado viudo con dos hijos pequeños: María y Juan. Pocos años después volvió a casarse con la joven Doña Beatriz de Ahumada, ella tenía 15 años y él 30. El hogar se llenó pronto de hijos, hasta 12, de ellos eran tres mujeres y nueve varones.
 
Siendo Teresa el centro y la más querida, así desplazó a las dos hermanas y creció prácticamente en un mundo de hombres. Su condición femenina no fue, sin embargo, absorbida por la masculinidad, embruteciéndola. Fue más bien ella la que se impuso ganándose el respeto de todos y endulzando con su feminidad las aristas masculinas de los hermanos. Ella se sentía como una reina entre ellos. Se constituyó en eje de gravedad de toda su casa.
 
Teresa es una persona que, además de pasar por la historia, hizo historia y dejó un eco eterno que es para nosotros escuela del vivir.