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Soy una Carmelita Descalza de Sanlúcar la Mayor que estoy tomando parte en esta explosión de carismas que hoy se celebra en el Rocío, con motivo de las Jornadas Mundiales de la Juventud y que he sido enviada por el Sr. Cardenal de Sevilla, para dar a conocer, de una manera experiencial, las distintas formas de Vida Religiosa que se viven dentro de la Iglesia.

Me alegro mucho de tener delante a un grupo de jóvenes y poderos entregar gratis, lo que gratis he recibido, ya que pienso que muchos de vosotros sabéis poco del tema que hoy voy a transmitiros y, lo que sabéis, es más bien la parte negativa, que es lo que se airea en los medios de comunicación y en el comentar de un grupo numeroso de la sociedad en la vivimos.

En mi Comunidad somos 17 monjas comprendidas entre los 98 y los 28 años. Tenemos una gran distancia generacional, cultural y hasta intelectual. Sin embargo hay algo totalmente claro. Yo os doy testimonio de que siendo personas totalmente normales, con nuestra limitaciones, internas y externas, nuestra vida transcurre dentro de un ambiente sereno en el que funciona el perdón, la responsabilidad personal, el desvelo por las mayores, que son nuestro tesoro más valioso, la preocupación por la otra, y sobre todo ni nos pesa ni nos agobia "el para siempre" que tan devaluado está en el mundo de hoy.

Hermana MercedesHemos descubierto que en un momento puntual de nuestra vida, la seducción de una llamada que era más fuerte, incluso que nuestras propias intenciones y proyectos, ha sido capaz de proporcionarnos un mundo que no podíamos ni soñar que existía. Al principio nos resistimos, justamente porque no era fruto de nuestra programación, pero como el Profeta tuvimos que exclamar: "Me sedujiste, Señor y me he dejado seducir" y "anestesiadas" por la insistencia de la atracción, nos decidimos a dar el paso que supuso el principio de nuestra felicidad plena.

Hoy se me encomienda que comparta con vosotros mi experiencia de VIDA COMUNITARIA y me encuentro con otra nueva dificultad. Lo que en el mundo se vive es el individualismo, la revancha, el egoísmo, el hedonismo, la intolerancia... Hablar de solidaridad, de respeto o incluso de sentimientos de compasión, es algo que ha quedado obsoleto, utópico y hasta mal visto, pero yo tengo que confesaros que no es esa mi experiencia.

Yo vivo en Comunidad y os aseguro que esto es posible, no por mi esfuerzo sino por la Gratuidad y el Poder de Dios. El Dios Cristiano es UNO pero a la vez es TRINIDAD, y este Misterio que escapa al raciocinio humano, es el que aporta a mi vida fundamentos y energías para vivir serena esta realidad, a simple vista imposible. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, están en continua COMUNICACIÓN DE AMOR y deseosos de compartir esta comunicación con todos los hombres que se abran a su DON, y de la aceptación de ese DON es de donde me nace y le nace a mi Comunidad la fuerza, para vivir este estilo de vida.

Por eso no me asusta el "para siempre", sino que más bien lo ansío, me complazco en él y lo único que me aterra es el temor de perderlo, porque una vez conocido y experimentado el AMOR DE DIOS, no sabría qué hacer con mi vida si me alejara de Él.