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“¿Cuántos panes tenéis?... Él mando que la gente se sentara y comieron todos hasta saciarse… y recogieron las sobras: siete cestas llenas.” ( Mt. 15)
Hoy, el Evangelio nos pone ante una realidad sangrante. Muchos miles de hermanos mueren de hambre en el mundo, pero, además del hambre físico, hay muchas clases de hambres: de justicia, de amor, de solidaridad, de comprensión, de cultura, de tolerancia…Para remediarlas sólo necesitamos compartir lo que tenemos, aunque consideremos que es poco y nada.
¿Qué puede aportar una sola flor de azahar? Su perfume será escaso, su belleza, pasa desapercibida entre la multitud de hojas verdes que posee el limonero… Pero ella se nos presenta desafiante, preñada de esperanza y dispuesta a perder sus blancos pétalos, para convertirse en un limón repleto de sabor y vitaminas, que alivie la sed de una persona o sazone algún alimento a alguien que ni siquiera la ha conocido.
Si estuviéramos decididos a poner a disposición de los demás lo poco que tenemos, seguro que, después de saciar el hambre de todos, siempre sobrarían “siete cestas llenas”.
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