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Hoy, día de nuestra Santa Madre, damos gracias al Señor por el inmenso don de su persona, por su excelsa doctrina, por su enriquecedor carisma y por los caminos que nos dejó abiertos para acercarnos a Él por medio de la oración. ¡Muchas felicidades a todos
Te encontrabas envuelta en luz, como refleja esta foto, pero, a decir verdad, tú ya estabas acostumbrada a esos fenómenos, aunque los letrados se empeñaban en hacerte creer que “era demonio”. ¡Tantas veces habías visto con los ojos del alma la belleza de sus ojos, el encanto de sus manos…! ¡Tantas veces habías sentido que el fuego de su Amor te traspasaba el corazón hasta hacerte gemir de gozo…! Fue después de unos de esos trances cuando, sin saber lo que escribías, pudiste describir, sin conseguirlo del todo, lo que se te revelaba en el interior:
¡Oh hermosura que excedéis /a todas las hermosuras! / sin herir, amor hacéis, / y sin dolor, deshacéis / el amor de las criaturas. / ¡Oh ñudo que así juntáis / dos cosas tan desiguales, / no sé por qué os desatáis / pues atado fuerza dais/ a tener por bien los males. / Juntáis quien no tiene ser / con el Ser que no se acaba; / sin acabar acabáis, / sin tener que amar amáis, / engrandecéis nuestra nada /.
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