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“Pues si la hierba que hoy está en el campo y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿qué no hará con vosotros, hombres de poca fe?” (Mt. 6,30)
No me diréis que la imagen no es sugestiva. Un tallo que, en una ilusión óptica, parece formar un ángulo recto y que termina en una florecilla amarilla, aparentemente insignificante, un conjunto de hojas verdes que tienen incluso distinta morfología, y las losetas del suelo del patio, que resaltan el contraste de los colores primordiales. Todo ello forma un conjunto decorativo difícil de superar.
Pues así es Él, cuida de los cabellos de nuestra cabeza, defiende a los humildes, acaricia a los niños, viste a los lirios del campo, proporciona alimentos a los pájaros, se acerca a los pecadores y hasta los escoge para que sean sus testigos, como celebramos hoy, en el día que escogió a Mateo, un publicano, un traidor a su patria, para que formara parte del grupo de los Apóstoles. Nuestra confianza en su misericordia, tiene un fuerte fundamento.
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