Camino de Perfección
"Es muy bueno para después de haber recibido el Santísimo Sacramento." dice la misma Teresa en el título del capítulo como refrendando su palabra.
Este capítulo junto a los dos siguientes forman una unidad sobre la Eucaristía. Este capítulo es el preámbulo y es de una riqueza y finura exquisita en la pluma de la Santa.
Como ya sabemos, la oración es un trato de amistad entre Dios y nosotros. Si en los primeros pasos tenemos la impresión de ser nosotros los que llevamos la iniciativa en el diálogo, ahora, en la oración de quietud, irrumpe Dios como protagonista. La quietud es cosa obrada por Dios en nosotros, gracia especial, gratuidad absoluta, puro don de su Amor: “es ya cosa sobrenatural y que no la podemos procurar nosotros” (nº 2)
Este capítulo es una aproximación a la oración de quietud que expondrá en el capítulo siguiente.
Es importante, y por eso nos lo recuerda desde el título, “entender lo que se pide en la oración del Padre Nuestro”. Para esto, pedimos al Señor que nos dé luz. Para que no caigamos en “devociones a bobas”, Teresa aconseja “pensar con quién va a hablar y quién es el que habla para ver cómo le ha de tratar” (cap.22, 3)
En el título, la Santa insiste en “dar medios para procurar esta oración de recogimiento” y después de unos sabios avisos para vivir con más intensidad la vida religiosa, recalcando lo importante que es tener “siempre el pensamiento en lo que dura, y de lo de acá ningún caso hagamos” (nº 1). Después de invitarnos a atajar esos pensamientos, ya que no es de acá nuestro Reino, nos reitera por enésima vez lo importante y fructífero que será conseguir el recogimiento diciéndonos con firmeza : “Poned los ojos en vos y miraos interiormente, como queda dicho: hallaréis vuestro Maestro que nos os faltará, antes mientras menos consolación exterior, más regalo os hará” y termina este nº 2, con una frase lapidaria: “O creéis esto o no; si lo creéis, ¿de qué os matáis?”, es decir ¿qué os espanta?