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“Te doy gracias Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien” (Lc. 10,21)

Ésta no es la planta más bonita de mi convento y además en estos momentos pasa por una etapa de decadencia por la que todos atravesamos de vez en cuando en la vida. Pero el RAYO DE TU LUZ LA ATRAVIESA y le da una belleza inusitada que es impropia de su aspecto natural y que nos revela la continua transformación que Tú haces con nuestras vidas sin que sea perceptible a nuestros ojos, sobre todo, cuando nos reconocemos como insignificante y “gente sencilla.”

En este tiempo de Adviento, en el que a nuestro corazón le nacen tantas ilusiones nuevas esperando tu venida, te damos gracias porque te fijas en nuestra pequeñez y nos engalanas con tu luz y tu belleza.