Niño JesúsEste es uno de los momentos más importantes del año pues, bien pensado, se ponen en revolución los resortes del corazón, la fe y los buenos sentimientos que brotan de nuestro interior. Al sentirnos agradecidas de haber sido alcanzadas por un Amor de tal magnitud, lo ratificamos hasta el punto de que llega a verse en lo material. Son como dos condiciones que nacen de la alegría propia de tener a Jesús con nosotras.

El gozo que está dentro sale a relucir desde la preparación para el tiempo de la Navidad, que es el tiempo de Adviento (que quiere decir, advenimiento, venida, llegada) o sea, que estamos esperando, junto con la Iglesia entera. Durante este período de espera la liturgia habla de modo especial (las lecturas y los rezos oficiales de la Iglesia) y la comunidad está de retiro, de la siguiente manera:

Hacemos una procesión llevando una imagen del niño Jesús cada día a una monja diferente hasta que todas pasan por este día de retiro. Durante la procesión cantamos “Abre tu tienda al Señor” que ya nos dispone a disfrutar un encuentro más especial y de mayor soledad con nuestro Amado.

Celebrar este “misterio” (palabra que quiere decir designio amoroso de Dios) es conocer que Dios se hace como nosotros y nos ofrece una razón para hacernos felices. Él viene con sencillez: pobre, sin presunciones, con infinita ternura, la misma que despierta en nosotras el nacimiento de un Niño Amado y esperado… Es así que, cuando nosotras pensamos en ello y lo hacemos parte de nuestras vidas, no como una teoría, sino como una experiencia profunda de fe, es decir, como una certeza que salta en nuestro corazón, no podemos menos que vivir alegres. Es un momento propicio para dejar que los mejores sentimientos afloren y se dejen ver en expresiones de cariño para con las hermanas, la familia y las amistades.